La moda en la época victoriana, se caracterizó por ser muy conservadora y no exhibir el cuerpo de las damas. Además estaba de moda la cintura de “avispa” que demostraba delgadez y era sinónimo de una figura bella y esbelta. Esto se lograba utilizando un corsé de cintas o lazos que llevaban bajo su vestido, también era muy común el uso del polisón que era un soporte de fierro que iba atado a la cintura para dar una pronunciada curvatura a la altura del cabuz, para que el vestido tenga una bonita caída. También se utilizó la crinolina que era hecha a partir del crin de caballo o las cerdas del mismo, se utilizaba para dar firmeza y endurecer la tela del vestido, dando volumen al mismo. Un accesorio infaltable para una victoriana fueron los sombreros, que los utilizaban de acuerdo a la ocasión y el clima, ya que en una dama no estaba bien visto que caminase con el cabello suelto, en éste caso recurrían a peinados bien elaborados como moños, trenzas, churos que afinaban su rostro y resaltaban sus facciones. En el caso de las jóvenes era común verlas con el cabello suelto pero correctamente peinado con rizos y lazos que les daba un toque de dulzura e inocencia.
Los mobcaps o cofias de algodón blanco tan populares en el siglo XVIII y los primeros años del XIX utilizados para cubrir la cabeza en el interior del hogar y posteriormente utilizados por el servicio, fueron paulatinamente evolucionando hacia los bonnets, un sombrero de ala ancha que se ataba con una lazada bajo la barbilla. El bonnet se confeccionaba en varios estilos : el cottage bonnet un bonete tipo campesino, hecho de paja y adornado con sencillez, el sun bonnet, más ancho para proteger la cara de los rayos solares, el drawn bonnet, un gorro más elegante y elaborado, típico de las damas victorianas de ciudad, el poke bonnet, o bonete con un velo muy fino que cubría el rostro y el elaborado y recargado tall-crowned bonnet, con la parte posterior más alta y muy ornamentado con flores, lazos y telas. Los materiales utilizados para confeccionarlos eran terciopelo, satén, algodón, gasa y paja. (Hadasdepapel, 2011)
Poco a poco, y con la Revolución Industrial, los vestidos se fueron ciñendo más al cuerpo, poseían decoraciones más vistosas como lazos, vuelos, pecheras, botones, estampados, etc. Era muy común el uso de botas con cordones con un pequeño taco para complementar su look. También se sumaron el uso de pequeños bolsos, abanicos y paraguas, las telas utilizadas en vestimenta fueron seda, algodón, terciopelo, satén, lana, paja y crinolina; no pudieron faltar las plumas que daban un toque glamoroso y vaporoso a las damas. Así surgió el sombrero “nido de pájaro” que imitaba a la figura de esta ave con sus alas abiertas en posición de caída, que era colocada en la parte delantera del sombrero y daba una imagen muy vistosa.
Con la explotación minera, sobre todo en la India, las joyas marcaron ésta época con incrustaciones de esmeraldas, diamantes, zafiros, amatistas, entre otras. Las victorianas exponían su cuello con éstos diseños, lo que más tarde dio lugar a los camafeos que eran joyas hechas a base de marfil donde se grababa el rostro de algún ser querido o los relicarios que tenían el mismo fin, pero a diferencia de los primeros poseían pequeñas bisagras que se abrían y cerraban con la finalidad de guardar mechones de cabello, fotos y hasta dientes que tenían alto valor sentimental para la persona que los portaba.
Otra característica importante de la época fue el maquillaje, puesto que se pensaba que una mujer con tono espectral de piel, sumamente pálida con labios rojizos y mirada brillante era sinónimo de belleza y salud, sin embargo no fue así ya que para adquirir dicha imagen la mujer se sometía a procedimientos dolorosos que atentaban contra su salud, y usaba productos que contenían plomo y otras sustancias nocivas para su bienestar.
Si una joven no era lo suficientemente afortunada para mostrar en su cara los síntomas de haber sufrido por amor, lo cual se consideraba un aspecto glamuroso, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguirlo, desde beber vinagre para procurarse una palidez sepulcral, a pasar las noches en vela sollozando con poemas de amor. Además podía conseguir una mirada ligeramente ausente poniendo unas gotas de belladona en sus ojos. Esta planta recibía su nombre por su capacidad de proporcionar una imagen bella de la mujer, dilatando sus pupilas, limpiando la mirada y dotándola de un aire poético y romántico. Los efectos secundarios de la belladona eran devastadores, causando ceguera y parálisis. Otras sustancias utilizadas para la piel y los labios, como el óxido de zinc, el mercurio, el antimonio y el sulfuro de plomo eran utilizadas en productos de belleza, provocando graves problemas de salud a largo plazo. (La Casa Victoriana, 2012)
El uso de colores fuertes, extraídos de minerales y materiales terrosos se los asoció con las meretrices, por tanto una dama debía lucir natural. Al notar los riesgos de las prácticas antes mencionadas, las mujeres fueron tornándose más naturales y desistieron del uso de productos tóxicos. Así también, su mentalidad cambió, pues el tono pálido de piel ya no era visto como saludable, la mujer bella era aquella con color y rubor propio.
Referencias
Hadasdepapel. (2011). La Casa Victoriana. Obtenido el 15 de diciembre del 2012 de http://lacasavictoriana.wordpress.com/2011/11/26/moda-victoriana-ropa-femenina/
La Casa Victoriana. (2012). Obtenido 15 de diciembre del 2012 de http://lacasavictoriana.wordpress.com/
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